extraído de miguelsuarezdice.blogspot.com
Bertolt Bretch decía “El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma”, es decir, el arte y en definitiva la cultura deben ser una forma de mejorar y cambiar el mundo en el que vivimos. Y justamente eso es lo que debe representar cualquier tipo de arte, porque una obra es arte cuando demuestra que tiene ese espíritu crítico necesario para cambiar, progresar y mejorar todo aquello que nos hace peores personas o que impiden que una sociedad conozca por sí misma. Todas las dictaduras han tenido miedo de los artistas, los intelectuales y los pensadores, ya que eran aquellos que llamaban al pueblo a defender la solidaridad que les beneficiaba a todos menos al dictador. Einsentein consiguió realizarse como artista cuando comenzó a defender unas ideas de socialismo propias que criticaban la posición estalinista, Riefenstahl jamás puedo desligarse de Hitler y por ello jamás consiguió ser nada más que una simple técnica de la cámara. Ejemplos hay miles, pero la teoría crítica se ha desprestigiado dando lugar a un mundo pasivo que no valora las obras y mucho menos se las plantean. Los circuitos comerciales, la piratería informática y los artistas de valores conservadores están impidiendo un desarrollo de una cultura que progrese a favor del cambio. Por eso, la reciente noticia de que el Ayuntamiento de Pamplona contratará para San Fermín a Bertín Osborne y Los del Río, figuras del españolismo más conservador, y a Boicot, representantes anclados en un violento pasado comunista, son noticias muy poco positivas para aquellos que creemos en el progresismo y en un mundo que se plantee el ahora para cambiarlo y trabajar por él.