extraído de verderojopamplones.blogspot.com
La actual alcaldesa de Iruñea y futura presidenta de Unión del Pueblo Navarro, Yolanda Barcina, cada vez que es preguntada por el proyecto que va a seguir durante su presidencia responde que como buena demócrata tiene que esperar a los votos, que tiene que ser elegida antes de hablar y que afronta con ilusión el octavo congreso de su partido.
Mal comienzo de una candidatura que ya fue polémica desde el momento en que se engendró. Y no porque ella lo afronte con ilusión, porque mal estaría que ya que a usted le eligen por su fama, se entristeciera porque le toca ser presidenta de UPN. O por su gestión en el Ayuntamiento de Pamplona aunque sea más o menos valorable como positiva. Que no es el caso.
Señora Alcaldesa, usted no quiere hablar del proyecto para su partido porque nunca se ha posicionado en muchas de las tareas que ahora le competerán. Se va a presentar a una presidencia en un congreso donde ni tan si quiera se va a debatir sobre derechos fundamentales y consolidados como el de los matrimonios homosexuales. Y este ejemplo me hace pensar dos cosas. La primera que usted va a ser presidenta de un partido que trata de representar a todos los navarros y navarras y que con ésto no lo hará. Y la segunda, y dado que esta enmienda con la que le ejemplifico la presentó Juventudes Navarras, me temo que a los y las jóvenes de la Comunidad Foral nos va a hacer lo mismo que en nuestra capital y en su partido, ignorarnos.
No es muy exagerado afirmar que una de las partes fundamentales de una democracia moderna es el hecho de que las personas que se presentan para ocupar algún tipo de cargo de responsabilidad lo hagan acompañados de un programa, un proyecto que puedan presentar a los votantes como seña de identidad de una posible elección. Usted sin embargo será presidenta de su partido sin ningún proyecto que aportar o alguno que ocultar. Ese documento lo tendrán que ver quienes le voten después, cuando el texto del congreso esté terminado. Y es aquí cuando me pregunto qué ofertará a la sociedad navarra un partido que no aspira ni en sus documentos congresuales a representar a toda la sociedad. Un partido con una presidencia que no propuso ningún programa y que se ceñirá a lo que marque el congreso de una organización política desgastada y maltrecha después de tantos años de gobierno. Y, por qué no recordarlo, un partido que todavía sin haberse votado la dirección ya tiene quejas por algunas localidades.